Si le pregunto ahora: «¿Está escuchando activamente?», seguramente me dirá: «¡Sí, por supuesto!». – Veamos juntos si entendemos lo mismo. En mi mundo, la escucha activa es algo más que el contacto visual intensivo, por ejemplo. O que la atención no tiene por qué compartirse con un cuaderno y un teléfono móvil. Lo cual debería ser evidente. ¿Qué es ese «más»?
El lenguaje corporal es importante – pero no sólo
En primer lugar, este «más» de la escucha activa es la observación de la otra persona: la percepción de cómo se siente la otra persona en la situación de conversación. Nuestro corazón es responsable de esta percepción; no necesitamos mucha guía ni un curso para ello. Esto se debe a que reconocemos intuitivamente cómo se siente la otra persona y podemos sacar nuestras propias conclusiones de ello. Lo importante es que decidamos conscientemente encender las antenas emocionales y absorber la información.
Totalmente dentro o totalmente fuera
Tenemos una elección en lo que respecta a la comunicación: podemos ser auténticos, abiertos y honestos. Así que «en el meollo de la cuestión en lugar de simplemente estar ahí». Esto debería ser algo natural en la comunicación privada. La situación es algo diferente en el entorno profesional. Por ejemplo, la política y las sensibilidades desempeñan un papel importante en las grandes empresas o en las organizaciones de proyectos de mayor envergadura. Esto hace que la comunicación sea más difícil y engorrosa. La buena noticia es que si sabe a qué debe prestar atención, le resultará mucho más fácil afrontarlo.
Un ejemplo: Además del lenguaje corporal, la elección de las palabras dice mucho sobre el grado de identificación o simpatía de su interlocutor con la situación y el contenido de la conversación. Las palabras clave para esto son Yo y tú. Así, el uso del yo en el contenido expresa una asociación: Estoy implicado (asociado) en esta conversación y contribuyo. Si, por el contrario, su interlocutor utiliza con frecuencia la palabra hombre, significa exactamente lo contrario: sólo participo en una (pequeña) medida y no contribuyo. Hablamos entonces de «estar disociado».
Al comunicarse, un interlocutor «disociado» sigue una pauta o estrategia con la que no puede comprometerse plenamente y decir «sí». Puede captar esta señal y averiguar de qué directrices o estrategias se trata formulando preguntas concretas. Esto le da más seguridad y genera confianza. Por cierto: ¡ni usted ni su interlocutor tienen por qué cambiar de opinión! Se trata de lograr una mejor comprensión.
El mío es mejor que el suyo
La calidad de la comunicación viene determinada en gran medida por la actitud básica con la que ésta se produce. En el modelo de la programación neurolingüística (PNL), existen unos supuestos básicos que se adaptan muy bien a la mejora de la comunicación. Uno de estos supuestos básicos es que su mapa no es el paisaje .
En términos concretos, esto significa que al igual que usted, la persona con la que está hablando tiene su propia visión única del mundo. Si respetamos esto, podremos concentrarnos en el contenido y no necesitaremos detenernos en animosidades y perfiles.
¡Aprovéchese de ello! Tome la decisión consciente de que usted y la persona con la que está hablando son igualmente válidos e igualmente importantes. Y que quede claro. Puede conseguirlo de forma bastante sencilla utilizando frases como «Creo que…» o «En mi mundo, significa que…». Esto deja claro su punto de vista, pero al mismo tiempo deja espacio para que la otra persona exprese su propia opinión.
Suposiciones tácitas, lenguaje impreciso
Probablemente esté familiarizado con este «fenómeno» de la comunicación: usted y la persona con la que está hablando pasan el uno del otro. Y en algún momento se aclara y se pronuncia una frase como: «Oh, eso es lo que querías decir, entonces lo entiendo…». – Es agradable cuando las suposiciones tácitas se disuelven de esta manera. Es estúpido (y desgraciadamente mucho más común) que surjan conflictos y malos sentimientos a raíz de esto. También en este caso existe un procedimiento sencillo pero muy eficaz: Haga preguntas.
El lenguaje impreciso se reconoce directamente por el hecho de que una palabra o una frase pueden interpretarse de distintas maneras. Ejemplo: «Lo hice así» .Cualquiera que diga esto tiene una idea clara de lo que quiere decir. Sin embargo, ésta puede ser completamente diferente a la suya. Solución: ¡Pregunte! Utilice preguntas cerradas (preguntas W): qué exactamente, cómo exactamente, cuándo exactamente, …
En el caso de las suposiciones tácitas, puede proceder de forma muy similar: En este caso, formule preguntas de recapitulación: «¿He entendido bien que usted…?» o «He entendido que primero… y luego… ¿Es correcto?».
Conclusión
No podemos no comunicarnos. Esta cita procede de Paul Watzlawick y es uno de los 5 axiomas de la comunicación. Por lo tanto, es en nuestro propio interés esforzarnos por garantizar una comunicación de buena calidad. De este modo, nos ahorramos a nosotros mismos y a los demás malos sentimientos y nos permitimos alcanzar el mejor resultado posible. Y eso merece la pena, ¿verdad?